El diagnóstico temprano de la hipoacusia o pérdida auditiva es fundamental. Pues nos permite aprovechar el periodo crítico
del desarrollo para la adquisición del lenguaje (cuando se desarrollan las facultades neurológicas del cerebro que permiten
aprender el lenguaje) que comprende los tres a cuatros años de vida de los niños.
De modo que la importancia de la detección temprana de hipoacusia o pérdida auditiva radica en la gran capacidad y velocidad de
desarrollo del cerebro en el periodo crítico de los primeros años de vida.
De esta forma se descarta la creencia popular sobre los niños que han nacido con pérdida auditiva no puede aprender hablar.
Ahora sabemos que, con la detección temprana, el uso de auxiliares auditivos y terapia auditivo verbal, es posible que los
niños desarrollen el lenguaje hablado de manera funcional para integrarse en su entorno familiar y escolar.
Por tanto, si logramos hacer un diagnóstico temprano de hipoacusia, se podrá adaptar al niño con auxiliares auditivos pediátricos,
según la necesidad auditiva. Y así podríamos lograr que el niño antes de los 5 años pueda aprender a hablar y desarrollar habilidades de
lenguaje al mismo nivel que sus compañeros de clases con audición normal.
Por ello, la pérdida auditiva no debe significar ni verse como una barrera para lograr desarrollar el lenguaje oral.
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